La Puerta de Marte

 

     

      La semana pasada hablábamos de esa falla lunar que, combinada con unos montes cercanos, nos recordaba claramente una espada y a la que todo el mundo ha terminado por conocer como la “Espada de la Luna”. Parece que todo lo terminamos recordando por asociación con objetos cotidianos y, de hecho, estoy seguro de que buscar formas conocidas en las nubes es algo más que un divertimento para los ratos de ocio.

 

      No vamos a entrar en los oscuros entresijos de la mente pero es realmente curiosa esa facilidad que tiene el ser humano de encontrar formas familiares en los lugares más insospechados. El fenómeno en cuestión lo conoce la psicología como pareidolia y es la causa directa de que veamos conejitos en las nubes, figuras en los posos de café o el retrato de antiguos difuntos en las manchas de humedad de las paredes de los monasterios. Estaría bien hacer un trabajo sobre cuántos milagros o errores científicos han tenido su origen aquí.

 

      Lo cierto es que, siguiendo esta tendencia natural del ser humano, no es extraño que tengamos el universo lleno de cosas curiosas que, periódicamente, desatan la imaginación de la gente hasta niveles insospechados. Las fotografías de toda esa flota de sondas que pulula por el espacio nos surte de un material más que abundante para estas elucubraciones.

 

      Marte siempre resultó un planeta enigmático. Desde el asunto de los famosos canales marcianos hasta ahora no ha parado de revolver nuestra imaginación sorprendiéndonos constantemente con curiosidades que harían dudar a cualquier mente inocente. Es obsesivo este empeño del hombre en demostrar que los marcianos existen y que su planeta está lleno de seres raros o, cuando menos, de la existencia y extinción de una raza marciana en tiempos pasados.

 

      Centrándonos en el planeta rojo podríamos hablar de muchas cosas. La cara, la sirena, las pirámides, la ciudad y un sinfín de imágenes que han lanzado a muchos a proclamar la veracidad de la existencia de vida marciana. De hecho, estoy tentado de hacer una entrada con los títulos de los artículos de Internet en que se afirman cosas como ¡La prueba existe, los alienígenas son una realidad! y demás barbaridades con que nos ilustran nuestros amigos de la red. No cabe duda de que, al igual que en prensa, también existe una “Internet amarilla” a la que solo le falta la capacidad para poder envolver los bocadillos.

 

      Supongo que no todo el mundo habrá entendido este último chiste. Ahora, los bocadillos se envuelven con film transparente o papel de aluminio pero no hace demasiado tiempo era bastante común ver a la gente envolviéndolos en papel de periódico. Eso era reciclar y no lo que se hace ahora… no os podéis ni imaginar para cuantas cosas servían los periódicos.

 

      Pero no nos apartemos del tema. La cosa es que, de entre todos los fenómenos visuales que nos han aportado las sondas espaciales de Marte, hemos decidido hablar de uno que nos parece especialmente curioso. Se trata de la puerta de Marte que ilustra la entrada de esta semana y que aparece en una foto de la Mars Reconnaissance Orbiter de la NASA. En esta foto, que podeis ver completa en la web http://hirise.lpl.arizona.edu/, aparece una formación rocosa con forma de lágrima de unos doscientos metros en la que un aficionado ruso, Alexander Novgorodov, encontró una hendidura rectangular que tiene claramente el aspecto de una puerta tallada en la roca.

 

      Localizar la foto en la página de Hirise ya es complicado y ver la formación rocosa dentro de la foto más aun pero como muestra bien vale la foto que acompaña esta entrada y cualquiera puede entrar en Internet para tratar de ampliar datos. Lo verdaderamente curioso es el revuelo que levantan estas noticias y la tremenda fantasía que acompaña a los encendidos comentarios que provocan. En estos ultimos días de busqueda de información he podido leer especulaciones acerca de la tosca manufactura de la puerta, de lo desproporcionado de su tamaño o, incluso elucubraciones acerca de la ausencia de huellas de acceso a la mencionada puerta sin contar, eso sí, con la supuesta base subterranea marciana a la que da acceso.

 

      Seamos serios. El entorno marciano, al igual que el terrestre, mediante fenomenos naturales es capaz de crear las formas más extrañas y eso, unido a nuestra pareidolia, nos hace ver “de todo” en cualquier sitio. Claro que vemos caras, sirenas, pirámides y cientos de cosas más del mismo modo que somos capaces de ver todo un zoológico en las nubes del cielo una tarde de verano. De ahí a que existan de verdad o sean pruebas irrefutables de antiguas civilizaciones hay un abismo.

 

      Por otro lado, no deja de ser divertido recrearse en estas fantasías mientras llegan las pruebas reales de vida extraterrestre real convenientemente verificadas y comprobadas. No os quepa la menor duda de que ese día llegará.

~ por perseidas en 13 junio 2010.

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