Doble Amanecer

 

Doble Amanecer 

     

      Hay personas que se sorprenden por todo y otras que lo ven todo con una pasmosa naturalidad. Afortunadamente me encuentro entre las primeras y me encanta descubrir constantemente cosas increíbles en medio de la aparente naturalidad de este mundo. Claro que si mi capacidad de sorpresa no tiene límite sobre la superficie de la tierra, para que voy a hablar de lo que descubro cada vez que me asomo al otro lado de la atmósfera.

 

      La sorpresa que nos trae hoy aquí, viene de la mano de Mercurio, nuestro adelantado compañero planetario que se ve las caras con el Sol en primerísima línea de fuego. No cabe duda que, orbitando al Sol a unos 58 millones de kilómetros, lo de primerísima línea de fuego es lo menos que se puede decir.

 

      Pues bien, la cosa es que, curioseando por ahí, leí que en Mercurio sucedía lo que se conoce como “amaneceres dobles” en los que el Sol sale por el horizonte, se detiene, vuelve para atrás y sale de nuevo para continuar su camino. Esto, por lo visto, solo es visible en determinadas zonas del planeta aunque en el resto la cosa no deja de ser paradójica ya que se podría observar que el Sol se detiene unos instantes o que, incluso, realiza algún giro en el espacio antes de continuar su camino.

 

      Bueno, vale, ya sé que en la tierra también hay quien ve amaneceres dobles e incluso quien vive en un crepúsculo permanente pero eso es cosa de la alcoholemia y lo que aquí nos ocupa viene de la mano de la mecánica celeste. En este viaje será nuestro viejo amigo Kepler el que nos dé las explicaciones mientras nos recuerda sus leyes.

 

      Según la primera ley de Kepler, todos los planetas se desplazan alrededor del Sol en orbitas elípticas teniendo a este en uno de sus focos. En el caso de Mercurio la órbita es especialmente excéntrica con un valor de 0,2056.

 

      Según la segunda ley, la línea que une un planeta con el Sol barre áreas iguales en tiempos iguales. Esto implica que la velocidad real de un planeta en su órbita no es constante sino que es mayor en el afelio (punto más distante de la órbita al Sol) y menor en el perihelio (punto más próximo).

 

      Por último, nos queda por determinar la velocidad de rotación de Mercurio y esta ha quedado establecida en 58,7 días después de no pocas discusiones ya que, en principio, se creía que su periodo de rotación era igual a su período de traslación (88 días) y no fue hasta 1965 que, con la ayuda de unos pulsos de radar, se calculó su valor definitivo.

 

      Pues bien, lanzado Mercurio en su órbita de 88 días con una velocidad lineal variable y rotando cada 59,7 días, resulta que cuatro días antes del perihelio, la velocidad orbital del planeta iguala a su velocidad rotacional y eso hace que el sol parezca detenerse en su cielo. Como la velocidad orbital sigue aumentando hasta el perihelio, resulta que esta llega a exceder a la rotacional con lo que el sol, que estaba inmóvil, parece retroceder y esconderse por el horizonte por el que previamente había amanecido. Por fin, la situación vuelve a su ser cuatro días después del perihelio con la normalización de las velocidades y, si pudiéramos estar allí, habríamos visto un segundo amanecer del mismo día para deleite de los románticos y asombro de los astrónomos.

 

      Está claro que la magia no existe y, esta vez, ni siquiera hemos necesitado de la física cuántica para explicar el fenómeno. Kepler y la física de toda la vida han sido suficientes para poner las cosas en su sitio. De cualquier modo, estoy convencido de que, sobre la superficie de Mercurio, yo hubiera sido el primer sorprendido pensando, sin duda, que la magia aún era posible.

~ por perseidas en 26 agosto 2009.

Una respuesta to “Doble Amanecer”

  1. Encuentro tu blog de los mas curioso e interesante para un iniciado en la astronomía como yo.
    Gracias

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